En un giro histórico, el régimen de Bashar al-Assad llegó a su fin este domingo, tras una ofensiva relámpago liderada por el grupo islamista Hayat Tahrir al-Sham (HTS), encabezado por Abu Mohammed al-Golani. La caída de Damasco marcó el fin de más de medio siglo de dominio de la dinastía Al-Assad y abrió una nueva etapa para Siria, que aún enfrenta profundas incertidumbres.
El colapso del poder de Al-Assad
El avance insurgente, que comenzó el 27 de noviembre, arrasó con las principales ciudades del país, como Homs, Alepo y Hama, antes de llegar a la capital. El presidente Bashar al-Assad abandonó Siria hacia un destino desconocido, dejando un vacío de poder en medio de la devastación de 14 años de guerra civil.
Fuentes rusas confirmaron la huida de Al-Assad, aunque la desaparición de un avión presidencial tras un giro inesperado alimentó rumores sobre un posible accidente. Esta caída súbita evidencia el debilitamiento de los aliados clave de Siria, como Rusia, centrada en la guerra de Ucrania, e Irán, golpeado por enfrentamientos recientes con Israel.
Un nuevo panorama en Medio Oriente
La toma de Damasco no solo desestabilizó el equilibrio interno, sino que también golpeó la influencia de Rusia e Irán en la región. Por su parte, la comunidad internacional enfrenta un dilema sobre cómo tratar con el nuevo liderazgo, dominado por HTS, considerado una organización terrorista a nivel global.
“La gran revolución siria ha pasado de la lucha para derrocar al régimen a la lucha para construir una Siria a la altura de los sacrificios de su pueblo”, declaró la coalición rebelde. Sin embargo, la transición enfrenta retos monumentales, desde rivalidades internas hasta la reconstrucción de un país devastado.
El papel de los actores internacionales
Estados Unidos, que mantiene presencia militar en el este de Siria, reafirmó su compromiso de evitar un resurgimiento del Estado Islámico. Al mismo tiempo, potencias regionales como Emiratos Árabes Unidos y Egipto ven con recelo el ascenso de un grupo islamista como HTS, considerando su potencial para desestabilizar la región.
“La estabilización de las zonas tomadas por los rebeldes será crucial para evitar una repetición del caos de Irak tras la caída de Saddam Hussein”, opinó Joshua Landis, experto en estudios de Medio Oriente.
Un futuro incierto para Siria
La rapidez del avance rebelde dejó atónita a la comunidad internacional, que ahora debate cómo proceder en un país que necesita reconstruirse desde los cimientos. El equilibrio entre intereses regionales, seguridad global y el bienestar del pueblo sirio será clave en los próximos meses, mientras el país se enfrenta a la monumental tarea de construir una nueva era tras décadas de opresión y guerra.
Con una transición que podría moldear el futuro de Medio Oriente, Siria se encuentra en un cruce de caminos entre la esperanza y la incertidumbre, con la atención del mundo puesta en los pasos que dará su nuevo liderazgo.
EFE
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