Estados Unidos se enfrenta este martes a la elección más reñida de su historia y va a las urnas tras una campaña jamás vista, con un candidato que fue reemplazado casi al final de la carrera, dos atentados y un nivel de violencia verbal inusitado en la primera potencia del planeta. Con un cerradísimo empate entre el republicano Donald Trump y la demócrata Kamala Harris en las encuestas, los estadounidenses decidirán entre dos potentes mensajes planteados por los candidatos: privilegiar la economía y el bolsillo o vivir en un país previsible y sin riesgos para la democracia.
Gane quien gane, el próximo presidente o presidenta hará historia: Harris sería la primera mujer en comandar la Casa Blanca y Trump, de 78 años, el hombre de más edad y el primero que llegaría al máximo cargo público siendo convicto por varios delitos penales.
La batalla ha sido despiadada y hasta último momento permanece con final abierto. Un promedio de sondeos de RealClearPolitics les asigna un absoluto empate en 48,5% en el voto popular y van apenas décimas arriba o abajo en los estados clave como Pennsylvania, Wisconsin, Michigan, Carolina del Norte, Georgia, Arizona y Nevada. Todo dentro del margen de error, un nivel de paridad que los encuestadores dicen no tener recuerdo.
Por eso Harris y Trump apuntaron las últimas horas de la campaña a recorrer los territorios más disputados y sobre todo a intentar conquistar la joya de la corona: Pennsylvania, el estado que más votos electorales tiene entre los cruciales estados pendulares que definirán la elección.
La vicepresidenta pasó el día en Scranton, Allentown, donde hay fuerte proporción de latinos, y terminó con un gran acto en Filadelfia junto a Hillary Clinton y Lady Gaga. Hasta último momento la vicepresidenta estuvo tratando de conquistar el voto de los puertorriqueños, luego de que fueran acusados en un acto trumpista de ser “basura”.
Trump recorrió Reading y Pittsburgh, pero antes había viajado a Carolina del Norte, donde busca cosechar votos afroamericanos. Finaliza su campaña en Grand Rapids, Michigan, donde cerró en 2016 y 2020. Su amigo Elon Musk lo ayuda: un juez dijo este lunes que la controvertida propuesta del dueño de Tesla, que busca impulsar la campaña presidencial de Trump con un sorteo diario de un millón de dólares entre los votantes de los estados más disputados, puede continuar el martes, el día de las elecciones.
Casa por casa
Pero mientras los candidatos organizaban sus actos, una frenética legión de voluntarios rastrillaba casa por casa llamando a los votantes a ir a las urnas y también fatigaban los números telefónicos de los más indecisos intentando convencerlos. El esfuerzo en el terreno era más visible y organizado entre los demócratas, que se ilusionaban con envión final que pudiera llevar al triunfo a su candidata.
Desde que reemplazó a Joe Biden en la carrera demócrata, Harris, de 60 años, tomó un impulso inicial en los sondeos gracias al fuerte entusiasmo que trajo su candidatura entre mujeres, jóvenes y algunos sectores indecisos. Su mensaje fue mostrar una nueva generación de liderazgo, que se enfrentara al caos institucional de Trump y cerrara las divisiones de una sociedad que lleva años de grieta.
Jura que sería una presidenta para todos, que salvaguardaría la democracia frente a la amenaza del republicano y también ofrecería previsibilidad política, “normalidad”, a los estadounidenses y al mundo, al tiempo que cuidaría el bienestar de la clase media y las mujeres, sobre todo en el tema del aborto.
Trump logró revitalizar su campaña luego del atentado que sufrió en base a una imagen de líder fuerte pero, pero sobre todo por su mensaje sobre la economía, que es la principal preocupación de los estadounidenses. ¿Usted está mejor o peor que hace 4 años?, pregunta a sus votantes apelando a una impronta reaganiana.
Muchos afirman en las encuestas que por la inflación que hubo estos años tras la pandemia están mucho peor que antes y creen que Trump es mejor líder para solucionar la economía, a pesar de que los números de Biden revelan un país en firme crecimiento, una baja de inflación a niveles casi normales (2,8% anual) y desempleo de apenas 4%.
Pero la gente no lo siente en el bolsillo, aunque los salarios también hayan subido. Creen que los precios simplemente bajarán con Trump y él así lo alienta: este viernes subió posteos en su red social que muestran fotos del precio “con Trump” y “con Harris” de las papas, del jamón, de los huevos y de la leche. Obviamente todo está más caro que hace 4 años. Sutil, Trump no dice que los bajará a aquellos niveles –algo imposible— pero no importa, su mensaje pega fuerte.
También caló profundo en el electorado su fuerte diatriba contra los inmigrantes, que según él “envenenan la sangre del país”, que gastan dinero del estado, mientras se apoyaba en falsas afirmaciones de que en su mayoría son delincuentes. La inmigración es la segunda preocupación de los estadounidenses.
El acto en el Madison Square Garden en New York fue un compendio de insultos y dichos contra los inmigrantes, los afroamericanos, las mujeres y la propia Harris, a quien se la llegó a calificar de prostituta. Luego siguió en otros actos donde atacó a la prensa y sugirió que habría que fusilar a la hija del ex presidente Dick Cheney.
A partir de allí entonces la campaña demócrata pareció revitalizarse. Los puertorriqueños (muchos en la fundamental Pennsylvania) protestaron y dudan de su voto. Algunos indicios en la votación anticipada, donde se vio a muchas mujeres en las urnas, también atizó el optimismo.
Pero, más allá de las señales, la palabra estará en las urnas. La carrera sigue muy ajustada y todo puede suceder. Habrá que ver si los estadounidenses privilegian el mensaje económico o dan una vuelta de página al movimiento Make America Great Again (MAGA) y derrotan a Trump. La de este martes será una noche muy larga y es probable que no se conozcan los resultados incluso hasta varios días después.
AFP
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